AL PUERTO DEL MAR DEL SUR
Vivíamos a la orilla del mar,
donde día y noche era un solo dios
a nuestros ojos,
clavados en un espacio infinito
para que pudiéramos mirar los astros
que apuntaban a oriente, allí,
donde nace el universo.
Otras veces, el sol buceaba en el mar
para aparecer frente a la llanura de Curay,
iluminando los platanales.
Pero era la música que escuchábamos,
de notas largas, agudas,
graves y cortas,
que buscaban el final armónico
como la de la propia lira,
creaba atmósferas de infinito placer.
Y el mar, escarbando debajo de las casas,
queriendo treparse a las habitaciones
para seguir navegando en sueños...
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